El sapeur Lamame, toda una institución entre los suyos –también conocido como El viejo parisino- se mueve en taxi por Brazzaville. Además de su inconfundible parche en el ojo y una pajarita rosa, siempre viste con frac.
Un grupo de sapeurs del barrio de Poto-Poto (Brazzaville) toman algo en la terraza de un bar tras el funeral de un compañero.
Como es habitual en África, vecinos y amigos del difunto celebran un festejo tras el oficio religioso.Severin Mouyengo, sapeur desde los años setenta, muestra algunas de las fotografías que demuestran su historial dentro del movimiento SAPE. Para ellos, son como un currículum, una forma de demostrar su antigüedad y valía.
El sapeur Allureux elige unos calcetines marrones para combinar con su pajarita. Es la regla de los tres colores (no combinar más de tres tonos a la ve), uno de los principios fundamentales de la elegancia dentro del SAPE.
Es sapeur Delagrace, más conocido como El icono de los colores bellos, posa dentro y fuera de su casa de alquiler de inconfundible rojo y blanco.
Licenciado en Ciencias Empresariales y Master en Dirección de Empresas por ESADE (Barcelona), Héctor Mediavilla decide a los 31 años dejar de lado su profesión y colcarse de lleno con su pasión: la fotografía. Una pasión que le ha proporcionado desde entonces, la posibilidad de viajar con su cámara por todo el mundo, además de diversos premios y conocimientos.
En uno de esos viajes, aterriza en la República del Congo en busca de “un reportaje fotográfico que plasmara la vida cotidiana de África más allá de los estereotipos a los que estamos acostrumbrados, como las guerras, el hambre, las tribus de cartón piedra o los safaris”, confiesa. Y fue precisamente en un bar de Brazzaville (capital del país) “sin saber muy bien todavía el tema a fotografiar”, donde lo encuentra. Allí se topa por primera vez con un grupo de personas que llama su atención por su “excepcional –incluso excesiva- elegancia en el vestir” (más, si cabe, en plena África Negra): Los sapeur.
El término proviene de las siglas SAPE (Société des Ambienceurs et des Personnes Elegantes). Para entender plenamente este concepto, debemos remontarnos a la primera mitad del siglo XX, cuando los colonos franceses instalan el mito de la elegancia parisina como referente absoluto. Para los congoleños, poder viajar a París se convirtió así en su sueño más preciado.
La revolución deseada llega en el año 1922, cuando un tal G. A. Matsoua regresa de la capital de Francia vestido como un auténtico aristócrata galo. Esto despierta la admiración de sus vecinos en el barrio de Bocongo, que lo ven como un héroe. Matsoua se convierte en el primer grand sapeur, un modelo a seguir.
Actualmente, son un grupo absolutamente integrado en la cultura social del país. Tal y como comenta el propio Héctor: “De su forma de vestir exquisita deriva también un comportamiento igual de elegante. La arrogancia que muchos perciben en ellos es sólo un mecanismo de supervivencia, una especie de protesta ante la miseria en que viven”. En el mundo desarrollado, es habitual encontrarnos con individuos integrados en los barrios más pobres de las grandes urbes que invierten enormes cantidades de dinero en ropa y se preocupan más por su imagen que por otros aspectos. El caso de estos monsieurs de Brazzaville es la extrapolación de este fenómeno al Tercer Mundo. Una particular forma de dejar huella en una esquina del planeta.
Reportaje: Esquire
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ReplyDeleteGracias Nacho! Chapeaux!
Gracias Pablete!!! Para servir!
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